¿Sabías que el Xacobeo 2021, Año Santo Compostelano, se extiende hasta este 2022? Como ocasión especial, esta vez tendrá una duración de 2 años. Esto no pasaba desde 1937-38 en el que también duró 2 años a causa de la Guerra Civil Española, en esta ocasión como imaginarás, se debe a la pandemia.
Hay muchos Caminos de Santiago, el más popular es el francés que suele comenzar en St. Jean Pied de Port y recorrerlo desde allí te lleva algo más de un mes caminando. Aunque tiene un origen religioso, el Camino de Santiago es ideal para todo tipo de personas y creencias, os aseguro, por experiencia propia que es todo un viaqje espiritual contigo mismo. Puedes recorrerlo con amigos, en pareja, en solitario o incluso en familia. ¿Te animarías a hacer el Camino de Santiago con tus hijos?
Cuando tenía 23 años recorrí el Camino de Santiago desde Astorga con una de mis mejores amigas , fueron 255 km y 10 días de trayecto. Fue una experiencia que nos encantó y tenemos pendiente repetirla. En más de una ocasión hemos hablado de recorrerlo con nuestro hijos. Cuando lo hicimos nosotras conocimos a mucha gente a nuestro paso, unos de los amigos que hicimos era un padre con su hijo adolescente. Recorrer el Camino te une muchísimo y nos pareció muy buena idea, ya que la adolescencia es esa etapa en que los chavales empiezan a pasar de ti, para volver a conectar.
Nosotras caminábamos una media de 25 km al día, pero si vas con niños o con adolescentes que no estén muy acostumbrados a andar yo bajaría esta media, para hacerlo más ameno. No queremos agotarles el primer día. Mi amiga y yo dormíamos en los lugares que encontrábamos en los pueblos del final de trayecto de cada día, normalmente eran albergues de peregrinos, pero cuando estos se llenaban nos tocaba dormir en el suelo, con una esterilla o en varias ocasiones nos derivaron a otros lugares como un polideportivo o la propia iglesia del pueblo (también durmiendo en el suelo). Para nosotras fue toda una aventura y muy divertido, pero si queréis algo de comodidad si vais en familia, hay empresas que se encargan de buscaros alojamiento durante todo el recorrido del Camino de Santiago y también te llevan el equipaje de un pueblo a otro para que camines más liviano.
Nosotras llevamos nuestra mochila bastante ligera, con lo puesto más una muda, manga larga, un pareo en lugar de toalla porque ocupa y pesa menos y se seca antes y nos repartíamos el neceser que llevaba una y el botiquín que llevaba la otra. Además del saco de dormir y la esterilla porque ya sabíamos que nos iba a tocar dormir en el suelo. Pero si vais con niños y no queréis acabar cargando con lo suyo, ¡qué demonios, qué os lo lleven!
Son muchas horas caminando, charlando con la gente que encuentras y te acaba sirviendo de un poco de terapia porque sin darte cuenta acabas contando a completos desconocidos tu vida, tus problemas… Y te sientes mejor, más ligero, más aliviado. ¡Es como un psicólogo gratuito! Ojo que también significa mucho cansancio físico, no es que haga falta estar en buena forma, pero sí ayuda que estés acostumbrado a caminar largas distancias.
Nosotras durante todo el Camino cuidamos mucho nuestros pies. Nos poníamos vaselina en las plantas y llevábamos calcetines sin costuras para evitar rozaduras y las odiosas ampollas, que están muy presentes en este viaje. Conviene llevar buenas botas, o deportivas, sobre todo con lo que te sientas cómodo. No esperes a estrenarlas en el Camino, tráetelas ya domadas. Y al llegar al destino nos cambiábamos a unas chanclas, para aliviar al pie y que respirase un poco.
Además de hacer amigos y unirte más con los que vas, una cosa que se disfruta muchísimo es el propio paisaje. Cruzas frondosos bosques, prados, pueblecitos, manadas de vacas pastando… Nosotras aprovechábamos los ríos para meter las piernas o darnos un bañito en mitad del recorrido, hablábamos con los paisanos, nos hacíamos un montón de fotos para nuestro diario del Camino y tomábamos hasta un segundo desayuno, aperitivo o lo que se terciase, hasta un pulpo con buen vino para coger fuerzas.
No hay prisa por llegar, disfrutad de todo el recorrido, de todo lo que veis, de la propia experiencia. Porque aunque Santiago de Compostela es el objetivo, lo bonito es el propio Camino. Cuando por fin llegas te invade una extraña sensación y te viene a la mente la pregunta ¿Y ahora qué?
Pues ahora, que has llegado a Santiago, verás que la Praza do Obradoiro está llena de peregrinos haciéndose fotos con la catedral de fondo, tirados en el suelo con los pies el alto, en señal de estos me han traído hasta aquí. Te animo a que visites la catedral, que es preciosa, si tienes suerte podrás ver hasta el botafumeiro en marcha, inundando todo el espacio con su olor a incienso. Lo de quedarte a la misa del peregrino lo dejo ya a tu antojo y a la fe que tengas.
No te quedes sin tu certificado de haber recorrido el camino: La Compostela, ¡te la has ganado! La conseguirás en el Centro Internacional de Acogida al Peregrino, cuando enseñes tu credencial de peregrino, que es como un pasaporte en forma de acordeón, donde te van sellando los albergues al final de cada etapa.
Y si al llegar a Santiago y terminar el Camino os invade la morriña, siempre podéis continuar hasta Fisterra (Finisterre). ¡Ultreia peregrino!