¿Ya os hemos dicho que nos encanta Galicia? Seguro que no hace falta convenceros de lo bien que se come y de la cantidad de actividades que se pueden hacer en familia, aquí os hablábamos de las mejores en las Rías Baixas.
Pero entre todas ellas hay una que nos entusiasma, que ya hemos repetido y que sin duda cuando volvamos volveremos a hacer. Se trata del crucero por la Ría de Arousa en el barco de los mejillones.
Subes al catamaran y comienza el recorrido por la ría. A medida que navegas te van contando un montón de curiosidades de los mejillones, de cómo se crían en las bateas junto a las vieras y las ostras.
El proceso es mucho más complicado de lo que nos podríamos imaginar. Primero se colocan los mejillones pequeñitos atados a las cuerdas de cultivo que cuelgan de las bateas. A los seis meses ya han crecido bastante y hay que sacarlos, separarlos y volverlos a colocar. Y seis meses más tarde se separan una vez más. Total que necesitamos unos 18 meses para poder comernos un buen mejillón. ¿Qué os parece?
Y mientras procesas toda la información hemos llegado a una de las bateas y se para el barco. Cada batea tiene su propia matrícula y tiene un propietario. Uno de los marineros salta a la plataforma y saca las cuerdas para enseñarnos los mejillones, las ostras y las vieiras que hay colgados en ella.
Pero lo que más le gustan a los chavales es bajar al fondo del barco, que es de cristal y te ofrece una visión submarina de las bateas, los mejillones que se están criando, las algas y los pececillos que hay por la zona. Nosotros pudimos ver hasta gambas nadando a nuestro alrededor.
Una vez conocido todo lo que hay que saber de los mejillones solo queda una cosa: probarlos. te sientas a la mesa y comienzan a traer bandejas de mejillones al vapor recién sacados del fuego y vino blanco (refrescos para los niños). Tengas hambre o no, entran solos, están riquísimos. Nuestros hijos no comen mejillones y en esta segunda visita se animaron a probarlos (y repitieron plato).
También tuvimos la ocasión de probar las ostras. Estas no estaban incluidas en el precio de la excursión, pero nos parecieron muy baratas, acostumbrados a los precios de Madrid…Era la primera vez que las probábamos cocinadas y nos gustaron mucho.
Cuando ya no podíamos con más mejillones y se nos empezaban a salir por las orejas salimos a cubierta a darle las sobras a las gaviotas que seguían de cerca al barco. Es muy divertido ver cómo te cogen los mejillones de la mano (los agarrábamos haciendo pinza con las conchas) y como se graznan entre ellas peleándose por la comida.
Y mientras seguíamos navegando por la ría de Arousa, entre O Grove, A Toxa, Cambados y la Illa de Arousa sin darnos cuenta nos habían puesto música a todo trapo y todo el mundo estaba bailando en cubierta y dentro del barco, ¡se había montado una buena fiesta!
Entre risas y bailes volvimos a puerto. Lo habíamos pasado de miedo. Recogimos la foto que te hacen al entrar en el barco y la guardamos como un bonito recuerdo de la excursión, que seguro que no es la última.